De Morella
salgo por la puerta de San Mateo. Del peñasco en que se emplaza Morella siempre
se baja, no hay más remedio. Pero una
vez que llego al río Bergantes, empiezan los repechones que me llevarán hasta Cantavieja.
El primer
pueblo con el que me encuentro es Cinctorres, de cuya plaza se enseñorea una
iglesia con una portada-telón de estilo neoclásico algo exagerada y dos
esbeltas torres. Callejeo por el pueblo y continúo ruta.
Antes y
después voy pensando en el papel decisivo de la geomorfología en estas
soledades. Formas tabulares, en cuesta y, sobre todo, muelas, como se las conoce en Aragón. Morfologías
que aquí se deben a la fuerza erosiva de Bergantes y Columbres, afluentes del
río Cantavieja. Desde las cumbres uno
mira y las ve casi al ras. Entre ellas se hunden los cauces fluviales, unas
veces en anchos valles, otras en secos tajos. Eso sí, la tectónica es más bien
tranquila. En esta parte del Maestrazgo los pliegues son horizontales o casi y
la mayor parte de las series estratigráficas vienen coronadas por un estrato
carbonatado, del cretácico casi siempre.
Fig. 1: Formas tabulares |
Estos
roquedales han servido a los lugareños para construir sus viviendas e
instalaciones ganaderas, con el uso exclusivo de la piedra. Los estudiosos le
llaman a esta forma tradicional de constuir la “arquitectura de piedra seca”
(figs.1 y 2). Viene facilitada porque aquí las calizas se exfolian en grandes
lajas que permiten hacer sillarejos o dar suministro para la mampostería de los edificios. No menor es su
uso para acondicionar laderas para el cultivo mediante hormas de piedra que
sujetan los aterrazamientos. He de decir que si antes tuvieron uso agrícola
esas laderas, hoy ya no lo tienen. Aquí, como en otros sitios, la vieja agricultura y el mundo rural son cosa
del pasado.
Fig. 1.-Paramento de lajas de caliza en
Cinctorres |
Fig. 2: Hormas de piedra en las laderas. |
Después de
Cinctorres te encuentras un cartel que pone “Puerto de los Capriles”. Tiene una
subida de aúpa y sólo me detengo a fotografiar un plegue anticlinal que me
sorprende entre tantas formas horizontales (fig. 3). La carretera es bastante solitaria y escucho
muchos cantos de pájaros, que me recuerdan a mi amigo Fernando de Sotresgudo,
que se los conoce todos. Yo reconozco sobre la cumbre el pesado vuelo de un
grupo de buitres leonados, que habrán visto algún cadáver por esos pedregales, pero
no el mío, porque yo continúo vivo.
Fig. 3. Anticlinal en Rodilla en el puerto de los Capriles |
Luego hay un
descenso hacia el Portell de Morella, pero ahí no acaba el puerto. El Portell
tiene una atractiva estampa, con su torre adosada a la iglesia y las casas
desparramándose por la ladera aterrazada.
Fig. 4: Portell de Morella. |
Una vez abajo,
pero sin descender al fondo del valle, la carretera se pone cuesta
arriba y me recuerda que aún no he coronado el puerto, que ahora tiene nombre
castellano, “las Cabrillas”. La carretera escala el páramo, que está mordido por
varios barrancos y que en toda su ladera norte le han plantado un montón de modernos
molinos de viento. Me da la impresión de
que el parque eólico de “las Cabrillas” es el responsable de que la
carretera en la vertiente castellonense esté tan bien arreglada, porque después
de hacer cumbre a más de 1300
m . y ya en la provincia de Teruel, la carretera está reventada. Ello también me
hace pensar en lo duros que han de ser los inviernos por estas tierras. Eso sí,
como se puede ver en las fotos, la vegetación aún conserva la frescura y el
verde de una primavera que, según me cuentan los lugareños, ha sido larga y
abundante.
Con la Iglesuela del Cid te
encuentras de golpe y porrazo. Una vez allí te sorprenden, en lugar tan
recóndito, los palacios con elegantes aleros de madera y doble hilera de ménsulas. En algún
lugar he leído que son “cornisas aragonesas”. A mí me recuerdan el renacimiento toscano.
Fig. 5.-Palacio. Iglesuela del Cid
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Me llama la
atención una refrescante huertecilla (fig. 6) que ocupa el fondo de un cauce.
Coqueta y bien trazada, con las casas asomándose para ver crecer tan cuidadas
hortalizas.
Fig 6.-Huertos. Iglesuela del Cid
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Salgo de los
palacios, en los que no aspiro a vivir. Me conformo con una refrescante fuente
que hay a la entrada del pueblo bajo un porche de madera. Se está tan agusto
sentado oyendo caer el agua que no dan ganas de seguir.
Fig. 7.-Fuente.Iglesuela del Cid.
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Después del
breve respiro me espabilo y me dirijo hacia el puerto de Cantavieja. Primero se
sube y luego hay un tobogán que te requema las piernas. La señal de tráfico
dice 9%, pero mi monitor me marca
durante un rato un 20% y a mi bici no le quedan más coronas que subir. Por fin llego arriba: Puerto de Cantavieja, 1420 m ..
Cantavieja, no
siendo un pueblo grande, tiene cierta prestancia, pasado templario y capital
del Alto Maestrazgo turolense. Me introduzco por el empedrado hacia el centro,
pero no encuentro un bar en el que reponer fuerzas al aire libre. Me detengo en
la iglesia de San Miguel, que en su lateral tiene un pórtico gótico que hace
las veces de atrio. En el paramento limpio hay un pequeño cuadro de la Virgen , que dice “Quintos 2013” . Me doy la vuelta
pensando en esta costumbre de despedir a
los quintos con una fiesta y no habiendo ya quintos, se sigue celebrando
en algunos sitios. Tampoco atino a cuadrar la Virgen con los Quintos.
A la entrada veo un bar con mesas en la puerta
y allí me dirijo. Me pido un bocadillo de lomo de a palmo, un aquarius y un
bolígrafo para tomar algunas notas y no fiarlo todo a la memoria. En Cantavieja
hay cuartel de la Guardia Civil ,
con una bonita fachada. Pensando yo en eso se detiene la pareja y me saluda.
Uno de los guardias es aficionado al ciclismo y se ha fijado en mi bici. Me
hace algunas preguntas sobre ella y gustoso le atiendo. Echamos un rato de
conversación mientras doy cuenta de mi bocadillo y aprovecho para hacerme el
experto en bicis y ciclismo aficionado, que me lo tengo ganado. El guardia, que
es de Alcaudete, provincia de Jaen, me alivia diciendo que lo más exigente del
recorrido ya lo he completado, aunque la carretera hasta Mirambel tiene un tramo que
está hecho un cristo. Con agua fresca en
los bidones y los parroquianos tomando el aperitivo, reemprendo el camino con
el sol zurriendo en todo lo alto.
La carretera
hasta Mirambel va paralela al río Cantavieja. En el descenso hacia el mismo hay
una vista espectacular del pueblo sobre un talud (fig. 8), excavado por el río y
que deja al descubierto las etapas sedimentarias de casi todo el Cretácico
Inferior en las idas y vueltas del viejo mar de Thetys por estas latitudes. Hasta 6 periodos o facies de los mismos podemos observar
desde la carretera: calizas detríticas y bioclásticas, luego arcillas, margas y
areniscas rojas, después otra vez calizas, encima margas con plicátulas y al
final las calizas en las que se asienta Cantavieja.
Fig 8.-Talud sobre el que se emplaza
Cantavieja
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Como ya me
había avisado el guardia civil de Cantavieja, de golpe la carretera hacia Mirambel
se convierte en un infierno de baches, remiendos y abolladuras, que me muelen
el espinazo. Además, el calor propio del mes de Julio y la hora que se me ha
hecho le dan fuerza al olor de las granjas de cerdos que salpican todo el
territorio. El río Cantavieja baja muy mermado y alivia poco el mirarlo.
Para entrar a
Mirambel la carretera no está arreglada. Yo diría que está aún peor. Eso sí, han colocado un panel en el que se elogia su
pasado y valor patrimonial. Bien parece que las autoridades no le atribuyan
presente alguno, pues ni carretera decente tiene para llegar. En efecto, Mirambel conserva conventos,
palacios verdaderamente monumentales, como la casa Aliaga (fig. 10), castillo y
fragmentos de la muralla. Por cierto, la puerta principal, la de las monjas, tiene
una original celosía de yeso y barro que
me entretengo en fotografiar (fig. 9).
A las tres de
la tarde dejo Mirambel y voy camino de Forcall. Allí, me refresco en una sombra
de la plaza porticada y tomo la carretera hasta Morella. Para ver Morella
cuando estás cerca de ella siempre tienes que mirar hacia arriba, así que no
hay quien me libre de un último azagón . He recorrido 100 kms y un desnivel
positivo de 2.127 m .
que no está nada mal.
Fig. 9.- Portal de las Monjas. Mirambel.
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Dan ganas de viajar, leyendo tus crónicas. Ya me mandarás la foto del anticlinal, para mis clases.
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